domingo, 5 de diciembre de 2010

Ton nom est malédiction.

Diciembre, creo que vamos mal.
Todos los años, cuando llegan estas fechas, trato de no pensar en lo mucho que detesto que estés aquí y en todos los compromisos a los que me haces ir; siempre la casa del tío, el divorcio familiar, la muerte de una abuela, mi abuela.

Si tan solo pudiera arrancarte del calendario y descubrirme en Enero con el pelo más largo, pero claro que la cosa no es así.

Como cosa mía, te comento que este año en particular va a ser muy decembrino, y eso me deja totalmente congelada. La desesperación de las familias que se desmoronan es una cosa patética, aunque sumamente humana, y el terror que tiene la mía de poder ajustarse a las estadísticas es casi patológico. No que esté mal, solo que lo traes tú y solo tú, Diciembre.

En serio, no está tan mal.

Sé que haces tu mejor esfuerzo para recordarme que quedan muchos amaneceres por ver, y sé también que no voy a tener que tocar el despertador gracias a las convenciones que te rodean el cuello, pero qué gran tristeza no poner el despertador y ver el amanecer de mierda antes de salir a la universidad. Qué gordo este dolor de cabeza de tener que sonreírle a los primitos cuando rompen cosas en la casa o cuando le estiran las patas a mis perras, el obvio descontento de todos con sus regalos, el mal gusto de mis tías.

Diciembre, tenemos que hablar.
Aunque todos te llamen Navidad, sigues siéndome infiel.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Carta a un remordimiento.

Querido semestre del orto:

No es que me moleste verte en interiores y despeinado, pero apreciaría que enviaras una invitación y una cachetada antes de aparecerte en mi cama un Lunes a primera hora de la mañana.

Atentamente,

Valentina.

lunes, 23 de agosto de 2010

De manitos y cerezos.

O cosas que nunca tendré.

domingo, 22 de agosto de 2010

Creo que así se siente cuando oficialmente te cambian de plato fuerte a entremés.
Si esto no es traición, no sé qué lo sería.

sábado, 17 de julio de 2010

Hablando como gente:

Hoy no tengo miedo de que mi nacionalidad salga a flote o alguien se de cuenta de que digo más groserías que un marinero, pero es que me haces falta, coño.
El aeropuerto fue totalmente asqueroso, y ni hablar del idiota que tenía al lado o el bebé que lloraba a mis espaldas justo cuando me comenzó el ataque de ansiedad; estar verdaderamente sola nunca ha sido tan difícil como lo fue por el pajuísimo período de media hora que me cacheteó hoy. Supongo que estas cosas le pasan a las tipas que llegan a los 20 y todavía se niegan a reconocer que tienen sangre por dentro en vez de aceite.

Hoy fue muy triste aterrizar y no sentir tu mano sudando de los nervios, tu espalda grandota y tus brazos llenos de pecas que aún sigo descubriendo por curiosa. Qué mala pinta tuvo ese momento, aunque no fue tan mala como el mareo que se me guindó en la espalda hasta que almorcé estando ya en casa -pero no en hogar-.

Un dolor en el pecho, un morado que me recuerda a ti.
Esto es una mierda, gato; no sé para dónde moverme sin mi dedo en tu bolsillo.

viernes, 9 de julio de 2010

De tener que encerrarme en una jaula de por vida,

que me den tu pecho por cárcel.

T -1.

Hola, hoy, muérete pronto.

jueves, 8 de julio de 2010

T -2.

Extranjero, aquí vamos.

jueves, 1 de julio de 2010

Aujourd'hui.

Hoy es uno de esos días que joden la semana entera, no sé si los conoces.
Siempre comienzan con ruido o alguien apurándote para que les hagas un favor, recordándote que la incompetencia podría muy bien convertirse en el deporte nacional y saldrían todos victoriosos a nivel universal. Pero bueno, a quién le importa, ¿cierto? Una no va a dejar que se le joda el humor así.

De repente, dolor de garganta, y recuerdas que la semana que viene te vas de viaje.

Después de desayunar, te sientas a perder el tiempo con tu aparato de preferencia, y te estancas cuando éste recuerda que va a ser un mal día para ti y debe dejar de funcionar justo cuando comienzas a recordar qué se siente sentirse bien. De nuevo, una lo ignora, se prepara un café, cualquier cosa para no prestarle atención a la computadora lenta o el televisor lleno de programas que no son lo suficientemente banales como para atrapar tu atención esta mañana.

Otra vez la garganta, pero esta vez metes la rodilla contra la esquina de costumbre que hoy, realmente, parece totalmente excepcional.

No importa, a seguir.

Vuelves a comer, escuchas aspiradoras y conversaciones a la distancia, juegas con tu perro y tratas de leer como la pseudointelectual que dices ser. Todo va muy bien, pasas las treinta páginas y de golpe te aburres. No entiendes por qué, pero comienzas a pensar en cualquier cosa en vez de caminar de la mano con Winston y Julia.

Apenas cierras el libro, te cachetean la hora y la realidad: eres inútil.

Como por arte de magia, todo parece más lógico, y eso ciertamente explicaría por qué rompiste tu taza ayer y derramaste agua por todos lados en repetidas ocasiones. Sí, es verdad, eres inútil, todo un obstáculo para el tren de la evolución, y hasta sonríes cuando lo repites cual mantra; la conclusión no tiene gracia, pero es hilarante.

Qué lástima haber desperdiciado un día así, te repites, y tratas de desarmar algo para convencerte de que esa epifanía es sólo tu pesimismo habitual, y no, resulta que no; el tornillo no salió, y el que salió te asustó.

Puto día.

miércoles, 16 de junio de 2010

O, incluso, 'De cuando debo destrozarlo todo y recomenzar para que quepas en mis sábanas.'

Credere.

O 'De cuando me molesta despertar por las mañanas -o a cualquier hora- porque el camino es largo y todavía no estás encaramado en mi cama.'


lunes, 24 de mayo de 2010

15 días.

15 días más de mierda académica antes de poder nadar en otra fuera del salón de clases.
Pasen rápido, días.

martes, 18 de mayo de 2010

30 años.


El día de hoy, estoy triste. No es tristeza por aburrimiento o por exceso de trabajo, mucho menos por reflexiones sobre la humanidad que tanto me pesan, esto es puro ego. Mi ego hoy se llamaba Ian Kevin Curtis, y tiene 30 años de arrebatado porque él no se murió, sólo hizo real lo evidente.


Aunque no sé muy bien qué le diría a Ian si pudiera siquiera organizar un sueño coherente con él en mente, supongo que me sentaría a verlo fumar y a escuchar sus tarareos ocasionales; la cosa de ser buen espía es que él no se dé cuenta de que estoy prendada de él.

Me haces falta, Ian, espero que mi idolatría por tu banda y tus pepas verdes no te hubiera resultado repulsiva y pudieras manejar lo que digo.

lunes, 26 de abril de 2010

Hoy.

319 días de ti, contigo, por ti, para ti, en ti, hacia ti, sobre ti, tras de ti.




Foto cortesía de esta flickera.

domingo, 25 de abril de 2010

Cómo no quererte con esos ojos de Luna llena.

Miradora.

Un mirador me hizo mirar hoy una escena fantástica
con ambos pies sobre el volante,
como quien quiere nadar en las nubes
en vez de manejar el mismo pedazo de hojalata.

Todavía no sé qué fue lo visto
o lo que quería ver,
pero lo cierto es que me vi
sentada sobre todas mis amarguras,
rodeada de vidrio y montañas.


Como era de esperarse,
tenía frío y pensaba cada vez más lento en la forma del día
y los muros de las casas,
en algún posible enamorado que admiraba mis manos feas
desde alguna ventana oscurísima y secreta.

De repente, cada uno de mis poros recordó
lo que libre que es ser libre,
y me hice una con la carrocería incómoda y rasposa
que me invitaba a seguir nadando por la ciudad,
como yo tanto quería.

La montaña y el vidrio ya no eran de piedra.

sábado, 24 de abril de 2010

Montañas rusas.

Esta mañana, el Sol salió de cabeza, como un niño flojo del vientre de su madre.
Al despertar, no sabía si amarrarme a mi cama o abrir un hueco en la pared para huir de mis pensamientos, el ruido habitual del desayuno y el inevitable comentario sobre mi pelo.

Sin quererlo, me quedé, pero no tranquila; la función teatral que no había solicitado me solicitó, siempre grosera e imprudente como las niñas lindas cuando ven a las feas. Igualmente, de haber sabido lo que sucedería, probablemente me hubiera quedado.

Como la malcriada que es, Drama paseó por mi sala y mi cocina, arrebatada, cual furia encadenada, situación que me llevó a encerrarme en Cuarto, siempre tan fiel. Aunque Drama se asomó y trató de tomar el trono tan ajeno, Cuarto se mantuvo tranquilo y la primera encontró su salida del cuarto rápidamente, encontrándose con la siempre dispuesta Víctima, quien no escatimó en lágrimas y tormentos agudos que casi nos dejan sordos a los tres.

Luego de una batalla campal digna de criaturas épicas y maldiciones, Drama se retiró, aburrida, a dormir, mientras que Víctima seguía construyéndose pedestales en su cabeza; hasta los pasivos tienen trono, reina, pan y circo. Lamentablemente, la cosa no podía quedar ahí.

Sigilosamente, me acerqué a la mazmorra de Víctima para enterarme de lo sucedido pero, como siempre, no obtuve una explicación sino la condena de Drama, constructo con quien no quería ni quiero relacionarme. Una vez sentada frente a Víctima, traté de hacerle entender la magnitud de la tontería que había creado, ¿pero de qué le sirven al ciego los ojos? Esto había sido un acto fallido, grueso y fallido.

Una vez cansada de las repeticiones de Víctima y los señalamientos innecesarios, Cuarto me abrió los brazos nuevamente y me recordó el sentir de una casa. El tiempo que había perdido con ella, Cuarto me lo retornaría en forma de plumas, fotografías y agua, tres cosas que me vuelven loco el corazón.

-Ay, Cuarto, definitivamente eres el amor de mi vida.

La ansiedad que me produce este engrama es directamente proporcional a mis ganas de conocerte.

Que no son pocas.

miércoles, 21 de abril de 2010

Juguemos al francés.

De una noche de Joy Division, sale el siguiente juego: Agarro mi diccionario de francés, abro una página al azar, tomo la primera palabra vista y hago un verso tonto, pero bien tonto.

Primera palabra del diccionario: Para-balles (antibalas).

De todos las virtudes que tienen tus uñas, la de antibalas contra mi espalda es la mejor.

Segunda palabra del diccionario: Complexé, e (acomplejado, a).

Cuando el Minotauro se siente acomplejado, rompe todos las paredes de su encierro para recordarse vivo.

Tercera palabra del diccionario: Intermédiaire (intermediario, a).

Estoy siendo el intermediario entre tus labios y mis vergüenzas.

Cuarta palabra del diccionario: Productivité (productividad).

Cualquier nivel de productividad emocional envidiable produce al menos tres lágrimas al día.

Quinta palabra del diccionario: Décor (marco, decoración).

Entre los marcos de la sala, la sonrisa de Sebastián era la mejor decoración.

Sexta palabra del diccionario: Imbécile (imbécil).

Era tan pero tan imbécil que confundía el postmodernismo con el sedentarismo.

Séptima palabra del diccionario: Sécable (divisible).

- Este apretón de manos es tan divisible como un pastel seco, querido.

Octava palabra del diccionario: Gare (estación).

Llegué a la estación justo cuando mis oportunidades de verla de nuevo se cerraban con la puerta de mi vagón, dejando mi asiento tan solo como su cama.

Novena palabra del diccionario: Préméditation (premeditación).

Esta premeditación va a llevarnos a todos al fondo del mar, y no por lo profunda.

Décima palabra del diccionario: Adieu (adiós).

Disculpen, me está llamando la almohada y no puedo resistirme a sus curvas.

Publicidad de la manera más vulgar y descarada.

Él es la voz, vayan a nutrirle hasta el hueso.

La voz.

Tener más de una voz generalmente resulta complicado,
pero esta voz es distinta
aunque no sea distinta para mí.
La voz me habla en italiano,
en inglés,
en otras regiones,
pero siempre me habla.
De vez en cuando, la voz se pasea por mis estructuras
y me derrumba las bases,
me hace saltar un océano
y descose mis refranes escondidos.

La voz no camina
pero me hace correr.

La voz no come
pero me hace cosquillas al tragar.

La voz, sólo esta voz.

martes, 20 de abril de 2010

'Con el mar' y el falso nacionalismo.

Yo vengo de un país con gente muy triste y muy entrometida; lamentablemente, sigo viviendo en él, y por ello me encuentro envuelta en un contexto social absolutamente incómodo y con esquinas filosas, ya saben lo que dicen de los extremos. A pesar de las bifurcaciones temáticas que componen este universo de excremento en el que nací y crezco, hay un tópico que me explota los límites de la paciencia: el aprecio del talento nacional. ¿Por qué es importante? Porque yo no lo hago.

Vivo en una ciudad llena de bandas de adolescentes que hacen apenas un trabajo mediocre, y con un público de expectativas tan pero tan bajas que se conforman con letras repetitivas y el abuso de los símbolos y el lenguaje propio de este país. Como yo no soy así, por alguna extraña razón, entonces recibo miradas desaprobatorias y comentarios a lo 'por eso es que este país está como está', 'ya la juventud no apoya ni a sus propios miembros' y 'vamos a ver qué pasa si tú haces algo y nadie te lo reconoce.' Disculpen, eminencias, si prefiero quedarme callada antes de expresar mi desagrado por el acné musical que sufren sus adorados y la verborrea que sufren ustedes al opinar cuando nadie se los ha pedido.

Para mí, talento nacional NO es La Vida Bohéme, y mucho menos Candy 66. El verdadero talento nacional lo tiene y ha tenido ya este país en las letras de verdad, como las de Ramón Palomares, Gustavo Pereira, Vicente Gerbasi, Andrés Bello, Arturo Uslar Pietri, Salvador Garmendia y pare usted de contar. Entre ellos, mi Vicente les hizo este regalo, grandes mediocres, para que aprendan a diferenciar entre una letra que habla una y otra vez sobre un dolor de cabeza y la sutileza de la verdadera literatura que se ha acunado en este vientre asqueroso:


'Si alguien me llama
digan que no estoy.
Ando por las olas del mar,
sí, ya de noche,
por ese mar de hojas de luna,
por el sonido con que
embrujé el mar, por la lejanía
en el sonido marino de la mar.
Si alguien me llama
digan que estoy solo
con el mar.'

Vicente Gerbasi.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Y volví.

Bueno, está bien, yo sé que me fui como me prometí que no lo haría, pero qué se hace.
No diré que es culpa del tiempo porque el reloj no lo muevo yo, pero es culpa del tiempo, sí.
Ahora, estoy en mi cama, no dentro de ella sino sobre sus vestidos.
No sé si leer en estos momentos entregándome al insomnio, o simplemente cerrar los ojos y hacer que mi consciencia se suicide, cayendo muerta por unas 5 horas.

Realmente, ¿qué hago aquí?
Vuelvo en otra Luna con mayor coherencia y más malicia en el sistema.